sábado, 25 de abril de 2009

¡A la mesa!





¡Para que los mas pequeños de casa, vayan a comer siempre con una sonrisa puesta!










De todos los hábitos que los niños aprenden desde la tierna infancia, el hábito de comer es el que hace sufrir más a los padres. Quizás, porque el instinto protector paterno-materno, desde tiempos ancestrales, se concreta claramente en alimentar, bien a los pequeños, para que crezcan fuertes y sanos. ¡Cuántas veces hemos oído aquello de que los niños gorditos son más “hermosos”!. Hoy en día esto ya no es así.



La metodología para enseñar a los niños a comer bien, se basa, de modo muy paralelo al método del Dr. Estivill para aprender a dormir bien. Un buen método, impartido a los hijos con seguridad y cariño, aporta un buen modelo de comportamiento que los niños aprenden sin dificultades.



Los padres que transmiten cariño, seguridad y alegría a los hijos, mientras estos disponen a comer, aprenderán a disfrutar de la comida sin ningún problema. Un ejemplo claro es que la mayoría de los adultos celebramos los acontecimientos especiales con comidas, porque comer bien es “un lujo”, una suerte.




1. Hay que educar a comer, pero no engañar para que coma: Los trucos, independientemente de si son efectivos o no, no sirve más que para ofrecernos una “solución” puntual. Los trucos solo son un atajo, y ¿que pasara cuando el niño tenga que quedarse con alguien? Es necesario seguir un método que nos ayude a transmitir a nuestro hijo que comer es un verdadero placer.



2. Mañana es tarde, la infancia es el momento en el que se estructura la personalidad y se conforman los principales hábitos de vida. Es por eso que esta etapa se pueden y deben establecer patrones de conducta saludables, algo que resultará más difícil en una edad avanzada.



3. No hay que dramatizar ni obsesionarse con el tema, es imprescindible que el “momento comida” sea percibido por nuestro hijo de manera positiva, por lo que habrá que envolverlo de estímulos agradables, cualquier cambio en nuestro estado de ánimo será fácilmente percibido por los más pequeños. Tener paciencia es una regla básica.




La fórmula del éxito: aprender a enseñar


Primero, la imitación, el niño aprende por imitación, y reproduce los modelos de conducta que le ofrecen las personas y el entorno que les rodea. Los padres son un modelo de conducta. Una conducta repetitiva de los adultos de su entorno es rápidamente asimilada por los niños, permitiéndoles aprender de si mismos, de los demás y del ambiente que les rodea… para bien y para mal.


Segundo, la seguridad, para un niño es imprescindible crecer con horarios y normas, con pautas claras y concretas que se repiten a diario y que le den la seguridad que necesita. Mantener una rutina ordenada para el día y unas reglas consistentes, permiten al niño permiten al niño anticipar hechos, predecir que va a suceder y cuáles serán las respuestas de los adultos. Al dar al niño la seguridad de saber lo que se espera de él, y lo que él puede esperar de su ambiente, se evitara más tarde situaciones diarias que pueden causar estrés y malestar en su hogar.


Recordar: con rituales, repeticiones o rutinas diarias que marquen el día, vuestro hijo se siente mucho más tranquilo y le es más fácil cooperar en estas actividades, ya que poco a poco va haciendo suyo este orden de acciones y se adapta a él.


A medida que vayan creciendo se pueden inculcar nuevos hábitos asociados a la comida, con el tiempo podremos adaptar el ritual a las nuevas necesidades:


1. Lavarse las manos
2. Ayudar a poner la mesa
3. Sentarse en la silla
4. Ponerse la servilleta
5. Ayudar a recoger la mesa después de comer
6. Lavarse las manos y los dientes.

Es importante que exista una colaboración mutua con los implicados en la vida del niño, ya que manteniendo una relación fluida podremos compartir información beneficiosa para todos: el menú de casa y del colegio, algún problema puntual que haya surgido en uno u otro lugar, como se ha comportado el niño hoy, como se ha actuado…


Lo importante es comprender que todos estamos implicados en el correcto y completo desarrollo del niño y todos cumplimos una importante labor que los demás deben respetar y facilitar.

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